martes, 7 de abril de 2015

Estética y Episteme



La filosofía de la ciencia es una disciplina muy interesante, en ella es donde se estudian las diferentes posturas epistemológicas con respecto al conocimiento científico. Muchos autores hablan de filosofía de la ciencia y de epistemología como una misma cosa, yo en lo particular creo que hay diferencias que hacen a una más general y otra más específica; aunque ambas abordan el problema de la ciencia, sus fundamentos y el carácter de sus productos (conocimiento). Es como hablar de estética y filosofía del arte, la primera es una disciplina filosófica que estudia el arte, entonces la estética es filosofía del arte, aunque una filosofía del arte supone cosas que no se pueden resolver en la estética, por ser esta ya muy antigua, por ejemplo qué pasa con el arte no documentado (el happening o performance) se requieren otras alternativas de análisis que la estética tradicional quedó corta. Lo mismo pasa con la epistemología, que es una disciplina filosófica que estudia el conocimiento científico; es decir es una filosofía de la ciencia, pero qué ocurre con ciencias posmodernas que no quedan muy claras sus posturas epistemológicas y que bien pudieran rayar en pseudociencias o en tradiciones, pues a la hora de tratar de enmarcarlas se echa mano de recursos filosóficos más estrictos que no siempre concuerdan con la epistemología. 
Sin embargo, en los ejemplos anteriores hay una gran coyuntura; el arte se ha distinguido por ser libre, ha superado las tradiciones, las escuelas, las técnicas y a los propios artistas, se ha desbordado y los estetas (filósofos que estudian el arte) sólo lo han visto transformarse; en el caso del conocimiento científico, los filósofos de la ciencia (epistemólogos) le han puesto los suficientes candados teórico-metodológicos que hasta el día de hoy todo conocimiento científico tiene ontológicamente las mismas características, aunque epistemológicamente diferencias sustanciales, es decir, dentro de la ciencia todos los caminos posibles son muy diferentes, extravagantemente diferentes, pero, el gran pero, todos esos caminos llegan a lo mismo, metodologías que conducen respuestas lógicas, razonadas, a veces medibles y siempre cuestionables e inamovibles hasta que ellos mismos digan lo contrario.
Como veras el arte y la ciencia son hermanos, por eso la investigación es la parte más aburrida del arte; y el arte la parte más desordena de la ciencia. Pero ojo, el arte no es ciencia y la ciencia no es arte.
Hablando de arte posmodernista, sabemos que no necesariamente debe haber un objeto visual palpable para que algo sea una obra de arte.  Lo que antes  de la era del postmodernismo era considerado como arte, dado que la cualidad artística la dictaminaba la calidad mimética del objeto en relación con la porción de la realidad que plasma; no es ahora una realidad en los parámetros artísticos, dado que un nuevo postulado en arte nos indica que no es necesario un objeto palpable, lo que da como resultado que no se pueda enseñar más arte por medio de los ejemplos. Lo que por supuesto nos indica que cualquier cosa sería arte, en medida en que las apariencias fueran importantes, y si se tuviese que hacer un estudio sobre qué es el arte sería necesario un estudio desde la Estética que propone un estudio a partir de la experiencia sensible hacia el pensamiento filosófico.
Las obras de arte postmodernistas pueden  por consiguiente parecer cualquier cosa; dado que se desprenden de las características visuales particulares que deberían tener según los juicios axiológicos de la Estética. Las pinturas no fueron más ventanas hacia las escenas imaginadas, sino objetos con derecho propio, aún cuando hubieran sido considerados como ventanas. En palabras de A. C. Danto quien ve con la llegada de la Filosofía al arte el fin de lo visual, es decir, para que exista el arte no es necesario la existencia de un objeto, y si bien hay objetos en las galerías, estos pueden parecer cualquier cosa.
Las condiciones que presentaba la obra de arte para ser comprendida, eran sencillas, es decir, fácilmente entendibles, no hubo por parte del espectador un traslape de categorías; una obra mimética de una realidad cotidiana ya fuera real o imaginaria. La ruptura del arte postmoderno con la forma, el estilo y la separación casi imposible del objeto provocó que la crítica no fuera suficiente para entender el arte nuevo. Entonces sobrevino una negación del arte; es de suponerse que los espectadores masivos no entendieran -y sigan sin entender- el arte nuevo. La obra artística postmoderna tiene en si misma un peso de autoridad, es decir, cuando el espectador viene ante la obra, ésta por antonomasia es, y no es por que el espectador lo crea o deje de creerlo, de manera que si el que observa la obra, la entiende y no le gusta, este es superior a la obra y no por ello desarrolla un sentimiento de rechazo hacia la obra, es decir, no la desvirtúa, simplemente acata un equilibrio estético que le permite observar, valorar y emitir un juicio axiológico sobre ella. Sin embargo, cuando el espectador esta ante una obra desconocida, sin fronteras, que se desborda y que incluso rebasa el concepto artístico, hay un total desconocimiento del significado –puesto que en el arte postmoderno se estudia el significado antes que la figura- se provoca un sentimiento de repudio puesto que la obra es superior al espectador y este no es capaz de entenderla y por su ignorancia la proclama anti-estética.
Es así que la filosofia del arte, aborda los problemas ontologicos del objeto, que vuelto contra una realidad parcial es contradictorio; es decir, una razón del ser en un objeto congnoscible.
Ante lo anterior, propongo un reencuentro con el estudio profundo de qué es el conocimiento y de la expresión estética, pero ambos bajo la perspectiva de la posmodernidad. Por algo dicen los filósofos que la estética es habitar el mundo poéticamente, y que la realidad es una construcción social. Entonces, aprendamos a construir nuestra realidad a partir de una estructura libre y armónica.

Dante Limón




Dante Limón es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras, de formación científico de la información. Máster en Educación Superior por la UACH. Actualmente doctorando en Comunicación por la Universidad de Sevilla. Entre los principales objetivos se encuentra el consolidar una carrera como investigador y docente formador de investigadores; además de escritor literario.
Aficionado a la lectura y a la música.

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