"Educad a los niños
y no será necesario
castigar a los hombres"
De acuerdo con mi experiencia como docente y como madre, he observado la forma
en que se ha ido modificando la manera de educar en las familias. Se ha pasado
de un modelo autoritario a uno permisivo, en el afán de querer compensar las
carencias de atención, tiempo y comunicación. Esto ha generado la
sobreprotección de los hijos y la falta de límites y ha dado como resultado que
los niños tengan deficiencias en su inteligencia emocional, es decir, aquellas
habilidades que se refieren a: la empatía, la asertividad, la tolerancia a la frustración, entre otras.
Por lo anterior considero de suma importancia
hacer referencia a la Disciplina
positiva la cual se basa en la teoría de Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, quienes afirmaron en 1920, que los
niños que no tienen límites y son sobreprotegidos podrían tener problemas
sociales y de comportamiento. De manera posterior, en 1988 Jane Nelsen y Lynn
Lott adaptaron estos conocimientos en los libros de Disciplina positiva e
iniciaron talleres para enseñar a padres y maestros a desarrollar habilidades
de comunicación efectiva con sus hijos y alumnos, de manera respectiva.
Se entiende
por disciplina positiva el conocimiento para comprender el comportamiento de
los niños, así como las formas de
abordar sus actitudes, con el fin de guiarles en su camino siempre de forma
positiva y afectiva.
La
disciplina positiva se basa en la comunicación efectiva, el amor, la
comprensión y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares. Es una
metodología que no incluye ni el autoritarismo excesivo, ni la permisividad;
sino que se basa en el respeto mutuo y la colaboración, con la intención de
brindar al niño las competencias necesarias para la vida.
Uno de los
conceptos que se deben de manejar en la Disciplina Positiva es el llegar a
acuerdos en común, ya que los hijos tienen mayor disposición para cumplir las
reglas que ellos mismos han contribuido a establecer. Cuando aprenden a
colaborar y a tomar decisiones en familia, acaban convirtiéndose en personas
que “saben” tomar decisiones, que asumen sus responsabilidades y que tienen
unos conceptos positivos de sí mismos.
Los cuatro criterios
a tener en cuenta para una disciplina positiva según la autora Jane Nelsen en
su libro “Cómo educar con firmeza y cariño” son:
1- ¿Es
amable y firme al mismo tiempo? (respetuosa y motivadora)
2- ¿Ayuda a
los niños a sentirse importantes? (Conexión)
3- ¿Es
eficaz a largo plazo?
4- ¿Enseña
valiosas competencias para la vida? (Respeto, habilidad para resolver
problemas, participación, colaboración, responsabilidad…)
El objetivo
de la disciplina positiva es ayudar a los niños a controlarse a sí mismos;
mostrarles cómo respetar a otras personas y llevarse bien con los demás. Disciplinar
es enseñar no castigar.
La disciplina empieza con una relación de
amor y respeto. Al escuchar, mostrar afecto, dedicar tiempo, a los hijos y a
los alumnos se está creando la base de una relación positiva, ya que todo ser
humano necesita sentirse querido, aceptado, respetado y valorado, por lo que al
cubrir estas necesidades básicas se está dando la atención necesaria, para
lograr el desarrollo de una adecuada autoestima en los hijos.
Es importante recordar que los niños se
comunican por medio de su conducta. Un niño que tiene un comportamiento
inadecuado podría estar diciendo
·
Quiero atención
·
Quiero tener el control
·
Me siento dolido así que
quiero lastimar a otros
·
No puedo hacerlo. Me doy por
vencido
Por lo anterior antes de reaccionar a una
conducta inadecuada es importante pensar en cuáles podrían ser los motivos que
existen detrás de la conducta emitida.
Por otra parte, es importante establecer
límites y consecuencias claros para que se adquieran las normas que se deben de
aprender a respetar. El marcar límites ayuda a crear hábitos, ya que la
existencia de normas aporta seguridad a los niños y adolescentes.
Establecer límites es importante, ya que la
convivencia es más armónica, además los niños y adolescentes son los primeros
interesados y beneficiados de que se les marquen normas que les van a permitir
adaptarse mejor a las normas y límites en su vida social y adulta. Además, establecer
límites firmes no significa emplear castigos sino, actuar con serenidad pero
con firmeza y de forma consistente.
R:J: MacKenzie en su obra Poner
límites. Cómo educar a niños responsables e independientes con límites claros, menciona
los siguientes consejos para establecer límites:
·
El mensaje o la norma deben
centrarse en la conducta.- Si se desea
que un niño haga algo, se debe ser claro y enfocarse en la actitud y no en su
valía.
·
Ser lo más concreto posible.
·
Hablar con calma, no hace
falta gritar. Se transmite más firmeza con un tono de voz normal, que con un
grito, lo que significa que se empieza a perder el control
·
Es necesario fijar la
consecuencia que traerá consigo el incumplimiento de la norma o límite. En caso
necesario conviene recordar la consecuencia
·
Y lo más importante: actuar
en consecuencia. La consistencia es el
punto más importante al establecer los límites. Cuando se sabe que en realidad
se va a tener una consecuencia, la norma se tendrá en cuenta y se respetará.
Beatriz Eugenia Ochoa Armendáriz
Beatriz Ochoa es Profesora de Educación Primaria,
egresada del Instituto Miguel Ángel; y es Licenciada en Educación por la
Universidad Pedagógica Nacional. Está altamente capacitada en temas como
Círculo Mágico; Diseño de cursos; Manejo de conducta; y Formación por
competencias. Cuenta con más de 20 años de experiencia como docente. Actualmente
es la Coordinadora de la Secundaria en el Centro de Educación Innovativa
Elizabeth Seton; y colabora como catedrática en el CESES.
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