Al
escuchar el término “herencia” es
común que aparezcan en la mente ideas como: bienes, testamento, derecho, ley,
genes, entre otros. Este término se utiliza desde distintas perspectivas; la
legal, que define a la herencia como la suma de bienes, derechos y obligaciones
que no se extinguen con la muerte y que puede ser motivo de sucesión; la
perspectiva genética, que estudia factores innatos que heredan padres a hijos;
y por último, una perspectiva dentro del campo de la programación, la cual
permite realizar una categorización entre distintos elementos.
La
idea que hoy se desea trasmitir es desde una óptica distinta: la influencia de
los actores principales (padres) en la formación de los hijos. Al nacer un
hijo, los primeros acercamientos familiares giran de forma común dentro de
nuestra sociedad en preguntas como ¿A quién se parece este bebe,? ¿Es más
parecido a su madre o a su padre? ¿ Tiene los ojos como los de su madre o como
su padre?; además en la etapa de rendición de cuentas el padre o madre con
frecuencia muestran un interés por heredar
a sus hijos bienes que permitan en cierta medida mejorar su calidad de vida,
sin embargo en contadas ocasiones es posible detenerse para preguntarse ¿Qué
valores heredo a mis hijos a través de mi comportamiento diario? Son los
valores como: el respeto a todas las
personas de este mundo, el amor
hacia la vida, la responsabilidad
que lo se hace y se dice, la verdad
bajo cualquier circunstancia en la que se encuentre, la paz como filosofía de vida y la solidaridad con las personas que necesiten de mi entre muchos
valores más los que conforman la herencia emocional. Es la herencia emocional
la que caracteriza a cada persona, la que la convierte a un ser humano en único, la que acompaña durante toda la
vida el desarrollo y crecimiento personal, esta herencia es inagotable, nadie
puede desaparecerla o esconderla, es una semilla que crece dentro de cada
persona y que con el tiempo cosecha
frutos, los cuales se trasmiten de generación en generación.
Tal
parece que las tendencias actuales influyen en el pensamiento y en el actuar de
los padres que están física y emocionalmente ausentes con tal de proveer a sus
hijos de “todo lo que necesitan” pendientes por darles “lo mejor” y el regalo
de un estilo de vida de sueño. ¿En qué momento se cambió lo elemental por lo
superficial? ¿Cómo es posible formar y
heredar emocionalmente si me encuentro ausente?
La
herencia emocional de la que hablo se abandona de forma común en las instancias
educativas como si de cierta forma se recargara la enorme responsabilidad de
educar seres humanos íntegros con una herencia emocional abundante en las
instituciones y sus representantes, cuando es de los padres de familia hacerlo.
Si
la responsabilidad de heredar valores es de los padres de familia ¿Cómo es
posible realizar esto? El autor Albert Bandura explica que es posible aprender
a través de la observación e imitación del comportamiento de otras personas,
esta explicación sobre aprender imitando
genera un reto para los padres de familia quienes deben ser llamados a mostrar
un comportamiento en valores de forma constante y congruente para que este
puede ser imitado por sus hijos, este será el regalo de una herencia emocional.
La madre Teresa de Calcuta hereda una extraordinaria frase que engloba esto que
se desea trasmitir: “No te preocupes por que tus hijos no te
escuchen, te observan todo el día”.
El
autor antes mencionado ofrece ciertos pasos a seguir que sin duda ayudan a
complementar esta importante función:
1)
Adquisición. Se observa
un comportamiento en específico y se reconocen ciertos rasgos
2)
Retención. El
comportamiento del modelo se almacena en la memoria de quien lo observa.
3)
Ejecución. Si el que
observa el comportamiento considera que éste es apropiado y puede tener
consecuencias positivas para él, lo reproduce.
4)
Consecuencia. Al imitar
el comportamiento la persona puede recibir un estímulo.
El
paso uno y dos son sin duda el origen de este aprendizaje, sin embargo el paso
tres y cuatro no sólo ofrecen la oportunidad de incrementar la frecuencia en la
que se observa este comportamiento si no
que también lo mantienen; de tal manera que la imitación y el estimulo forman
la mancuerna perfecta de la herencia emocional.
La
herencia emocional es garantía al educar dentro de una formación en valores, es
un trabajo tan valioso e importante que
solo puede ser hecho por los padres de familia, especialistas de cada hijo e
hija.
Avancemos
en un pensamiento de heredar calidad humana, que permita dejar vida a las
generaciones siguientes, ese será nuestro legado al mundo, no importa a donde
vayan, no importa con quien se encuentren, la herencia emocional habita dentro
de cada persona.
Valeria Anguiano Muñoz
Valeria Anguiano
Muñoz estudió la Licenciatura en Psicología
en la Escuela de Psicología Carl Rogers, una especialidad en detección y
atención de las dificultades del aprendizaje, una especialidad en manejo de
conducta y la Maestría en Orientación Psicosocial en el Centro de Estudios
Superiores Elizabeth Seton.
Desde hace diez años se desempeña
como terapeuta dentro de la Clínica de Psicología IntegraT. Actualmente es
catedrática dentro del Centro de Estudios Superiores Elizabeth Seton y en la
Universidad La Salle de Chihuahua.
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